La invitación que hace el espacio “Silencio”. Un original espacio propone experimentar con el arte sonoro desde la vereda y al aire libre, sin público presencial. La puesta se completa con lo visual. Claudio Róveda propondrá “El último refugio”.
No es una galería de arte porque allí no se venden obras. Tampoco es un espacio para escuchar música de manera convencional porque, en rigor, no se puede ingresar en su interior. “Silencio” es un dispositivo sonoro poético que está ubicado en la calle Brandsen, entre España y XX de Septiembre, en el barrio La Perla.
“Es una vidriera que no solo se mira, también se escucha a través de un cable que, conectado a un dispositivo electrónico, intenta establecer desde la vereda una relación entre el adentro y el afuera”, indica un texto que cuenta sobre la existencia del espacio.
Y Camila Sánchez, artista visual y una de las gestoras del lugar, explica a LA CAPITAL: “Es una vidriera, un localcito de La Perla de tres metros de frente en el que no se vende nada”. Lo original es que tiene, en la fachada y en la vereda, tres orificios para la entrada de auriculares. Y, aunque en la vidriera suele estar expuesta una obra de arte visual, el acento está puesto siempre en lo sonoro.
De este modo, quienes andan por La Perla, vecinos, vecinas o paseantes ocasionales, pueden llevar sus auriculares, hacer un alto en el recorrido y conectar sus aparatos a la entrada de audio. Escucharán una obra sonora y podrán mirar la obra visual ubicada en la vidriera, para completar la experiencia.
A veces la obra sonora y la visual pertenecen al mismo artista, otras veces no y la persona que creó la obra sonora es una y la que creó la visual es otra, y se forman así creativos dúos artísticos. Algunos se entusiasman con el espacio y crean pensando en las dimensiones de “Silencio”, lo que Sánchez define como obras “de sitio específico” .
Videoartistas, artistas performáticos, audiovisuales y músicos suelen engancharse con “Silencio”. Uno de los que dijo “quiero estar” fue Flavio Etcheto, quien presentó su último disco en el local de la calle Brandsen. Todo el disco salió desde el dispositivo auditivo mientras que en la vidriera armó una obra visual.
También teatristas y videastas se sienten atraídos por la originalidad de la propuesta, que está disponible las veinticuatro horas del día y es gratuita, ni artistas ni público tienen que pagar para participar de la puesta.
Más de una veintena de artistas pasaron por este espacio, desde que abrió “sus puertas” –por así decirlo- por primera vez a fines de 2017. Y tras un parate por la cuarentena, “Silencio” repondrá obra este martes 21 de julio. Claudio Róveda, quien vive a la vuelta, será el encargado de llevar una obra visual y otra sonora, bajo el título de “El último refugio”.
Por ahora será para los vecinos de La Perla -dado el confinamiento-: la muestra se observa desde la vereda y al aire libre.
“Capricho”
Con su compañero Facundo Pereyra, también artista visual y sonoro y el otro gestor del espacio, a Camila le gusta pensar que la obra de arte es, en realidad, “Silencio”, es decir el mismo dispositivo, en cuyo interior se albergan a otras manifestaciones del arte contemporáneo.
Antes del confinamiento por la pandemia de Covid 19, la propuesta se renovaba cada un mes o cuarenta días. Las inauguraciones, siempre en la vereda, convocaron a un público específico, a artistas y entendidos.
En tanto, un público menos habituado al arte es el que se sorprende a diario por las propuestas, mientras pasa por el espacio de camino a casa o al almacén y se encuentra o se choca con esa vidriera donde no se vende nada, sino que se potencian las emociones y se disparan los sentidos.
“Por acá pasa el 543 y es maravilloso ver cómo la gente mira desde el colectivo”, apunta Sánchez y entiende que la experiencia de este espacio “interrumpe la realidad y genera un impacto muy fuerte”, tal como puede hacerlo cualquier acción de arte callejero.
De hecho Pereyra es parte del Proyecto Fauna, colectivo especializado en este tipo de arte: la calle y el grafiti son sus lugares de creación.
Ambos son melómanos, él investiga en el arte sonoro, esa disciplina que fusiona ruido, música, sonido y silencio. Además, se dedica al diseño. Ella, por su parte, pasó por el Conservatorio de Música y luego se convirtió en una artista visual. Por sus trabajos con horarios rotativos, ambos encontraron la manera de sostener un espacio sin la necesidad de estar presente.
Viven enfrente de “Silencio”. Para Camila esa vidriera sonora que se abre al arte contemporáneo tiene también el encanto de un “capricho”. “Tenemos nuestra propia vidriera linda enfrente de casa”, explica y recuerda que el sitio llegó a ser celebrado por artistas de Madrid, España, que aseguraron nunca haber conocido una propuesta de estas características.
En Instagram, pueden conocerse las propuestas de “Silencio” en @silenciodispositivosonoro.